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21N
2021-2023

En los movimientos sociales y políticos a las “Masas” o en otros términos, los conglomerados de personas o agentes, se les asignan identidades uniformes que no permiten la distinción de individuos. Históricamente el registro oficial, a pesar de cualificar y cuantificar  a los actores de estos sucesos, también tiene características de una amalgama sin rostro o una identidad homogénea y unitaria. Dicho registro se ha alimentado de las consignas no oficiales resguardadas en esferas privadas y domésticas, reforzando el rol relegado o poco protagónico que se le ha impartido a la domesticidad en  revoluciones y coyunturas históricas.


En el contexto doméstico los movimientos sociales son consignados por medio del registro de la cotidianidad de los sucesos, es decir, no a partir de cifras o datos, sino de las alteraciones en la cotidianidad. En cuanto a los actores, la domesticidad les registra de manera particular conservando la identidad de los individuos, dado que se les recuerda por lazos de familiaridad. Un claro ejemplo de esto son las manifestaciones por los desaparecidos en el conflicto armado en Colombia, no somos todos como colectivo social quienes se manifiestan por uno de los desaparecidos, son sus conocidos, quienes les recuerdan por medio de objetos domésticos como fotografías, mientras que la sociedad y la historia solo recuerdan víctimas sin nombre, sin rostro e inclusive solo un número. 


En este caso se plantea un escenario en donde la domesticidad toma un rol activo en los movimientos sociales,  haciendo el conteo reportado de víctimas de mutilaciones oculares (82) y víctimas mortales (23) a manos de las fuerzas oficiales durante el paro nacional en el 2021, a través de un lenguaje tradicionalmente doméstico como el bordado. Este registro está compuesto por un patrón de pares de ojos, donde al repetirlo se altera la noción de unicidad conformando un solo cuerpo con muchos ojos mutilados.

 

Bordado en punto de cruz 
 

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